La semana fue pasando hasta que llegó el viernes y empecé a planear mi fin de semana. No tenía muchas ganas de salir, así que no hice gran cosa hasta el domingo. Toda la semana había estado pensando (entre otras cosas) volver al descampado. Por otro lado, pensaba en que no quería caer en la rutina de hacer lo mismo...pero por otro sentía la curiosidad por descubrir si el chico estaría allí o ya habría encontrado lo que realmente buscaba (en caso de que todo aquello hubiese sido verdad).
Llegué al cabo de un rato, me bajé de la bici y me dirigí hacia el banco de la estación.
Cual fue mi sorpresa al llegar y ver que no había nadie…ni una triste señal de que hubiese estado ese día. Me resultaba muy extraño pues a pesar de todo creía que no habían sido cosas mías y que realmente todo fue real (o eso quería pensar). Pero no me iba a dar por vencida así como así. A lo mejor al chico le había surgido algo y no había podido ir todavía, pero lo haría…sé que tarde o temprano aparecería. Así que me senté en el banco donde estuvimos la otra vez a esperar. No me importaba si tenía que estar ahí toda la tarde sola pero presentía que tenía que hacerlo.
Me dirigía hacia mi bici cuando empezó a oírse el ruido de unos truenos que avisaban la fuerte tormenta que se avecina. No me dio tiempo a montarme en la bici cuando comenzó a llover y con fuerza. Por lo que agarré la bici del manillar e iba andando con ella al lado. (Pues en esas circunstancias montarme en ella podría ser peligroso y no estaba de humor para tener ningún accidente por tonto que fuera). Por suerte, escasos metros más allá del descampado había unos soportales donde me refugié, esperando a que la lluvía cesara o al menos no fuera tan violenta.
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