"Caminar sin rumbo para no encontrar el final".

A principios de año me propuse un reto o mejor dicho, un proyecto que llevar a cabo, me mantuviese ocupada y sacara de dentro esa inspiración y creatividad que llevamos dentro. Lo empecé muy ilusionada y estaba muy motivada, la verdad. Pero los estudios me han absorbido por completo y tuve que dejarlo un poco de lado, hasta tal punto que lo he abandonado por completo. No es que haya tirado casi tres meses de trabajo diario a la basura, no. Porque durante ese tiempo me ha servido bastante para hacer mi día a día más llevadero y plasmar todos mis sentimientos de una manera peculiar.

Lo que pasa es que las cosas no siempre salen como uno quiere y ahora mismo, creo que no debería seguir con ello porque al releerlo me he dado cuenta de que no va a ser buena idea de que llegue a manos de nadie y menos de su destinatario. Me da rabia, sí. Pero estoy segura de que es lo mejor para no remover recuerdos y sentimientos pasados. Lo ha pasado tenía que pasar y no merece la pena mantenerlo y conservarlo para poder tener constancia de ello y releerlo una y otra vez.

Solamente puedo decir que ahora mismo voy a sacar partido al verano y hacer otros "mini-proyectos" que pueda realizar al margen de los contratiempos. La idea inicial que tenía para el otro proyecto seguirá en pie, pues es la base de mi inspiración y sin eso, entonces sí que no conseguiré nada.

"La locura es un cierto placer que sólo el loco conoce".

A día de hoy no puedo estar más de acuerdo con la frase de arriba. Gracias a esas pequeñas locuras me siento mejor, amando cada oportunidad para hacer algo nuevo y arriesgarme a correr el riesgo en cada rincón. También me ayudan a mirar al miedo a los ojos y abrazarle tan fuerte que deje de tenerle miedo a nada. 

Bien sabido es que hay diferentes tipos de locura y he de aceptar que soy una mezcla de todas y cada una de ellas. Pero en especial, vivo sujeta a una gran locura, esa que se denomina: "la locura de amar".