miércoles, 22 de junio de 2011

Todos tenemos un faro que nos ilumina y nos guía.


Faros hay muchos pero ninguno ilumina igual que tus ojos oscuros cuando me has de mirar.
Señales de aviso para evitar chocar con tierra firme no me parabas de enviar y yo como buen capitán la maniobra tenía que efectuar.
Un golpe de viento mi dirección cambió y mi navío de su rumbo se desvió.
Quizás fue suerte o quizás fue el azar, pero lo que en tragedia parecía que iba a terminar...a tu orilla me hizo llegar.

Iluminaste los mil pedazos en que me encontraste después de chocar, y con tu dulce hospitalidad un hueco me harías dentro de ti sin importante nada más.
Por las mañanas, cuando dejabas de iluminar a la mar, me reconstruías como si fuera un rompecabezas que estabas a punto de terminar.
Poco a poco fui recuperando fuerzas gracias a esas caricias que son grandes delicias y que sanaban mi corazón como si fueran alcohol.

Entonces pensé que cuando una luz intensa, tu luz, me atravesó por primera vez el corazón y me cegó la razón, supe que había encontrado a mi patrón.
Hasta entonces yo era el capitán de mi barco, marinero de mi navío...que iba navegando sin rumbo hasta que descubrí mi verdadero camino y te hice mío.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanto!!
saludos te dejo mi blog
http://nosequieresuicidar.blogspot.com/

Anónimo dijo...

m'encanta tu blogg!!
woow! cuanta imaginación y creatividad ^^
me quedado sin palabras al leerlo todo.
un bess*