sábado, 16 de octubre de 2010

Final: Siempre me gustó reírme del destino.

 

Apoyé la bici en la pared y yo me senté en el suelo. Con la cabeza entre las piernas, la lluvia de fondo y mi mente maquinando. ¡Menudo domingo de mierda!- me dije a mi misma. Realmente había superado todas mis expectativas, ya nada podía hacer que cambiase de opinión…pero me equivoqué.

Levanté la cabeza al ver que estaba cesando la lluvía y al menos era posible caminar sin peligro alguno con la bici, me puse en marcha de nuevo. Entonces, cuando estaba de cara a la pared mientras cogía la bicicleta…alguien o algo me rozó la espalda, pero no le di importancia. Por eso, cuando me giré me llevé un susto de muerte. Tenía a alguien enfrente con la cabeza cabizbaja y cubierta por la capucha de una sudadera, la cual estaba totalmente empapada. Me daba pena pero a la vez tenía miedo. ¿Quién sabe cuales eran sus intenciones? Hasta que me armé de valor y le quité la capucha. Levantó al cabeza y no podía dar crédito a lo que estaban viendo mis ojos…

¡Era él! ¡El chico del domingo pasado! No podía ser, ¿pero dónde se había metido? Le he estado esperando toda la tarde y no había ni rastro…
Aunque el caso es que en ese momento me daba igual. Lo único que hice fue abrazarle. No me salía ni una triste palabra ni tampoco sabía qué decirle. (Tras unos segundos abrazados me separó de su cuerpo, me cogió de las manos, me miró fijamente a los ojos y me pidió que no dijese nada hasta que terminase de hablar, y así lo hice).

Me dijo que llevaba desde por la mañana en la estación pero que como por la mañana también estuvo lloviendo decidió meterse en el acceso subterráneo de la estación que hay para cruzar a al otra vía. Y pensó que así, fuera lo que fuese lo que le ataba a ese lugar…le acabaría encontrando. Luego se dio cuenta de que no tenía porque ser así como el pensaba y que por eso decidió salir fuera y me vio. Se alegraba mucho de verme por allí y quería acercarse a saludarme porque ese presentimiento y esa atracción que sentía por aquel lugar se hizo más fuerte. Pero quiso ponerme aprueba, poner el destino aprueba y comprobar si lo que había sentido el domingo pasado era cierto o era una mera ilusión.
Me explicó que eso de ponerme aprueba era porque desde que me vio sintió algo que no sabría definir pero que no quería confundir sentimientos y emociones. Pero que cuando me contó que era lo que le hacía acudir a ese lugar, y  surgió de mi rostro esa sincera y  tímida sonrisa, lo tuvo claro.

Desde  ese mismo instante en que vio mi sonrisa por primera vez sabía que yo era eso que estaba esperando, pero no lo veía posible. Podía ser una simple casualidad, no podía ser tan real ni tan cierto como que el destino juntase a dos personas de esa manera. Pero eso le hizo pensar que si de verdad era yo lo que estaba esperando desde hace tanto tiempo, tendría que volver. Por eso, al verme, su teoría se confirmó. Pero simplemente por asegurarse del todo...decidió ver cuánto sería capaz de esperarle (si es que realmente había acudido de nuevo por él o por era por otro motivo).

Cada hora que pasaba estaba más seguro de todo pero tenía miedo de salir y toparse con la realidad de que no fuesen las cosas como esperaba y le empezaron a llegar las dudas. Para cuando se decidió a salir, la tormenta había comenzado y se dio cuenta de que ya no estaba ahí sentada. Vio como me alejaba con paso torpe y triste. Como si en realidad no quisiese marcharme y eso le provocó un fuerte pinchazo en el corazón.

Entonces es cuando decidió ir detrás de mí. No podía tener las cosas más claras ni tampoco quería perderme, pues se imaginaba que después de aquello no volvería jamás a ese lugar y nunca volvería a saber de mí. Por eso, cuando vio que me paré a resguardarme en ese soportal vio su oportunidad para acercarse y confesármelo todo, era ahora o nunca.

-‘’Esto es todo’’- terminó diciendo. 

(Me quedé con una cara de idiota impresionante al escuchar su relato. ¿Cómo era posible que hubiese hecho todo eso por mí? Realmente era increíble...pero ya había sido bastante incrédula como para seguir en las mismas. Tenía que decirle algo ya, o se iba a pensar cualquier cosa lejos de la realidad.)

Así que le miré vergonzosamente y le dije que yo también sentí algo el otro día y que por eso decidí volver. Porque nunca me había sentido tan a gusto con nadie y necesitaba volver a verle.
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Después de esto no tuvimos que decirnos nada más, pues se acercó y me plantó un beso.
Un beso de esos que después de ellos no hace falta añadir nada más.
Un beso de esos que te dejan sin aliento y te quedas con ganas de más.
Un beso de esos que confirman que no será el último, que habrás más.

Por eso desde aquel día algo cambió en sus vidas. Dejaron de ser dos para ser
uno. Las palabras no fueron necesarias pues los gestos hablaban por si solos.
De esta manera es como comenzarían a escribir un nuevo capítulo en sus vidas.
Donde a pesar de las adversidades, conseguirían llegar a lo más alto.

1 comentario:

Marina Palacios Lopez dijo...

Me gusta tanto tu blog como tu Flickr!
Saludos desde foto|MA|tón.